Del Evangelio de Lucas capítulo 2 versos del 8 al 18, “Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres! “ Sucedió que cuando los ángeles se fueron de ellos al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: Pasemos, pues, hasta Belén, y veamos esto que ha sucedido, y que el Señor nos ha manifestado. Vinieron, pues, apresuradamente, y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Y al verlo, dieron a conocer lo que se les había dicho acerca del niño. 18 Y todos los que oyeron, se maravillaron de lo que los pastores les decían.“
Ahora, no fue el brillo de la luna, ni otro fenómeno natural lo que paralizo de miedo a los pastores; sino la radiante y terrible gloria del Dios mismo. El ángel mensajero anuncio el nacimiento del Hijo de Dios, indicando que nacería en un establo lleno y oloroso a animales de pasto. Abrumados por esta buenas y maravillosas noticias, la alabanza de los seres celestiales, dejaron los rebaños allí donde estaban y fueron corriendo a Belén a confirmar las nuevas con sus propios ojos. Mientras iban, compartían las buenas nuevas con el que le saliera al paso, maravillándose como el Señor viniera al mundo en un humilde lugar como ese.
Del Evangelio de Lucas capítulo 2 versos del 4 al 7, “Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David; para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta. Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón “
Una vez que José y María completaron la larga y agotadora jornada, llegaron a Belén para encontrar que toda la gente de Judea incluyendo el linaje de David se abalanzaron a Belén a empadronarse también y habían ocupado todos los hostales y habitaciones disponibles. ¡Encima de todo, el bebe de María ya estaba listo para salir! El único lugar que pudieron encontrar para que María diera a luz al bebe fue un establo que el dueño del hostal les ofreció, de manera que el Hijo de Dios penetró el tiempo y espacio terrenal en un granero, el cual probablemente también abrigaba ganado, ovejas, caballos o mulas.
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